Volvemos a los juegos para parejas, después de varias reseñas de juegos más plurales.  Y volvemos con un juego que creo que es relativamente desconocido dentro de la ludografía de uno de sus dos autores.  Uwe Rosenberg no es sólo el autor de una serie de juegos altamente premiada, aclamada y exprimida que empezara con Agricola (y luego siguiera con Le Havre, At the Gates of Loyang, Merkator y lo último, Ora et Labora).  Que va, que va.  El bueno de Uwe ya era toda una celebridad cuando vendía juegos mini, pero realmente buenos, como el pizzero Mamma Mía (pizzas boca abajo, por favor), y el simplemente maravilloso Bohnanza (del que existe un número cuasiinfinito de expansiones), que sin duda le lanzó a la fama (después, Agricola le catapultó no a la fama, sino a la cima, desbancando al hasta entonces todopoderoso Puerto Rico del nº1 del ranking de la BGG).

Y entre medias, en el año 2000, se juntó con Hagen Dorgathen (del que nunca más se supo), y creó un juego de cartas de lo más interactivo, confrontacional, y de cierta complejidad, exclusivo para dos jugadores, dentro de la ya famosa serie de Kosmos para dos jugadores, que no me cansaré de recomendar.  Y además, con una temática sumamente original (1).

La mía viene con piedras

Babel es un juego de cartas, por lo que al abrir la caja, veremos una baraja de cartas, otra baraja de cartas, un tablero, y dos piedras con forma de trapecio o algo parecido.  O bien dos piezas de madera de igual forma.  La mía venía con piedras, y me hizo gracia.  El tablero representa cinco localizaciones una al lado de la otra, y donde colocaremos las cartas de las dos barajas, y la piedra.  Las barajas son dos, a saber: una primera, de cartas de tamaño estándar (más o menos) de colores, que representan diferentes pueblos de la antigüedad, que como todos sabemos se llevaban muy bien y no se peleaban nunca, los persas, medos, asirios, hititas y sumerios.  Cinco tribus, cinco colores.  La otra baraja de cartas es cuadrada, y  representa las torres que iremos construyendo, con diferentes alturas.  Tiene dibujitos de torres más o menos avanzadas en su construcción, numeradas del 1 al 6.  Porque esto va de construir torres.  Bueno, y de destruírselas al oponente, y robarle sus tribus, o simplemente diezmarlas…  Lo que se dice generar amistad.

Los materiales cumplen a la perfección su cometido, y la caja es adecuada para lo que trae.  Eso sí, es uno de esos juegos que hubiera agradecido enormemente una ayuda de juego como los dioses mandan.  Por supuesto, no viene.  Tenemos una aquí, pero la verdad es que tiene algunos errores.  Cosa fácil de entender, por otra parte, porque las reglas parece que sufrieron de los típicos problemas de traducción de un idioma a otro, y a saber lo que llegó al español.  Hay varios hilos de discusión en la BGG que aconsejo mira para que nos queden las cosas claras.  Las reglas que yo tengo originales vienen aparentemente muy bien explicadas, con ejemplos y dibujos varios, y en un papel gordo bastante molón.  Desgraciadamente, el alemán que usa es demasiado alemán para mi, y no podría decir mucho sobre la calidad de la redacción…

Las ilustraciones, y el arte en general del juego, son correctos, no creo que llamen la atención ni para bien ni para mal, y corre a cargo del también desconocido Claus Schobig, que como el coautor, parece que desapareció para nunca más saber de él.

Componentes

Abres la caja, y aquí te encuentras el temita.  Original aquí.

En definitiva, un juego que tiene los materiales que necesita, sin escándalos de ningún tipo, y que posiblemente se hubiera beneficiado de un mayor cuidado en las traducciones oficiales y no oficiales de reglas.  Que dicho sea de paso, al leer las reglas en inglés o español, y ver que el juego tiene ciertos puntos interpretables, quizá no sea raro que todo venga de que las reglas alemanas no sean todo lo claras que debieran.  Lo dicho, a dejarse las pestañas leyendo hilos de dudas.  Tranquilos, que lo merece.

Un juego de cartas no tiene porqué ser sencillo

Y de hecho, Babel no lo es.  Ni de reglas, que sin ser excesivamente difíciles, tampoco son fáciles, ni de jugar, porque las acciones posibles están diseñadas de un modo que las vías son muchas y variadas.

En esencia, el objetivo del juego es construir en nuestros territorios torres de Babel que sumen 15 puntos en total. Si en ese momento, el contrario tiene menos de 10 puntos, habremos ganado, y si tiene 10 o más, entramos en la fase de muerte súbita.  Ya tenemos el primer concepto raruno, yo es el único juego que conozco con este aspecto de la muerte súbita.  Que viene a significar que se sigue jugando hasta que uno de los jugadores tiene más de 20 puntos, o menos de 10 (ganando en el primer caso, y lógicamente perdiendo en el segundo).  Lo que de inmediato nos lleva a una decisión importante: especular con acercarnos a la victoria es muy peligroso, porque entrar en muerte súbita puede significar morir en el turno del oponente.  Lo mejor es entrar a matar…

Para hacer estas construcciones, y alguna que otra perrería más, nos ayudamos de las cartas.  Con ellas podemos hacer varias acciones, todas las veces que queramos y podamos, salvo una acción determinada que sólo se puede hacer una vez por turno.  Debido a esta multiplicidad de acciones las posibilidades de combo son bastante interesantes.  El marcador de piedra o madera nos indica, de forma general, en qué territorio podemos llevar a cabo las acciones.

Partida de Babel

Una partida en la que se les ve el plumero.  Intentando hacer tríos como locos.  Original aquí.

Las fases del turno son las siguientes:

Primero, robamos tres cartas de tribu, y las añadimos a la mano.

En la segunda fase, empezamos a hacer las acciones que nos vengan bien, y tenemos cinco:

  • Podemos viajar, es decir, mover nuestro marcador, para poder realizar una acción en otra localización.  Para ello gastamos una carta de tribu del color correspondiente (cada localización se corresponde con una tribu).
  • Podemos colonizar, que es poner cartas en la localización donde esté el marcador-obelisco.  Se deben poner en orden, solapando, de modo que todas sean visibles, y sin cambiar posteriormente el orden, que debe ser claro.  Pones tantas como te apetezca.
    Por supuesto, ya que es el objetivo final, podemos construir torres.  Para ello, tomamos la carta de torre superior de cualquiera de las dos pilas que hay, una tuya, otra de tu contrincante.  Estas cartas de torre también se van colocando solapadas y en orden (es lo último que se hace en el turno).  Construir tiene sus requisitos.  Tiene que hacerse en la localización del obelisco.  En principio, sólo se puede construir un nivel inmediatamente superior al que ya haya construido, es decir, si hay en ese territorio un 3, podemos poner el 4, pero no el 5.  Pasamos de tener 3 puntos, a 4 puntos en ese territorio.  Y otro requisito, es que debe haber suficiente población, que se representa por el número de cartas en esa localización.  Si quieres construir un nivel 3, debe haber al menos 3 cartas en ese momento.  Si es el 6, pues debe haber 6 cartas en ese momento.  Luego las cartas se pueden ir, pero en el momento de la construcción deben estar ahí.
  • Podemos emigrar, mover las tres cartas superiores de una localización, a otra cualquiera, sin cambiar el orden.  Aquí no entra en juego el obelisco, pero sólo se puede hacer una vez por turno (es la única, todas las demás acciones pueden hacerse hasta el infinito y más allá)
  • Y finalmente, podemos utilizar la habilidad de las tribus, en la localización del obelisco, para lo que debe haber en dicha localización tres cartas de la misma tribu adyacentes, y descartamos una de ellas.  Con cualquiera de las tribus podemos quitarle al contrario la mitad de las cartas de la mano.  Y ya específicamente, podremos utilizar las tribus para destruir el templo opuesto del contrincante, o robarle el nivel superior, o eliminarle todas las cartas de una tribu, o robarle la carta de tribu superior y sus adyacentes si son iguales.  Incluso, podemos saltarnos un nivel al construir.

Y ya cuando nos cansemos de hacer cosas, llega la tercera y última fase, que es robar dos cartas de templo, colocando primero la más alta, y solapadas.  Así, estarán accesibles para futuras construcciones.

Los turnos se van alternando, hasta que se dé una condición de victoria.

Una confrontación poco predecible

Esa vendría a ser la frase que podría resumir la sensación que deja Babel.  Estamos ante un juego de gestión de cartas, con muchas posibilidades, ya que las acciones no están limitadas más que por las que tengamos disponibles.  Y si bien al principio, con el tablero vacío, la cosa empieza un poco parada, la realidad es que en cuanto que haya cartas sobre la mesa, con las migraciones, y las cartas que vamos añadiendo, está claro que empiezan las hostialidades.  Las habilidades especiales no dejan mayores opciones que la destrucción, robo y secuestro, así que ya me dirás.

Obeliscos

La verdad es que las piedras son muy cucas.  Original aquí.

El punto de tener que mover tu obelisco me parece de lo más interesante, porque te obliga a tener muy en cuenta dónde vas a querer hacer el qué.  Un pequeño detalle, sí, pero de esos que posiblemente suban el nivel de un juego en muchos enteros.

Y el tema de la doble condición de victoria le añade un factor de riesgo tremebundo.  Casi ganar es tremendamente peligroso, sobre todo si el contrario tiene una mano más o menos grande, porque quien sabe lo que podría hacer.  Para ejemplo, el que viene en las reglas, en el que describe un turno de uno de los jugadores, y donde vemos las muchas posibilidades que permiten las acciones.

Babel está quizá un punto por encima de complejidad de los juegos habituales de la serie de Kosmos para dos jugadores.  No es que las reglas sean difíciles, pero las múltiples acciones, las habilidades especiales y el objetivo raruno de victoria no lo hacen precisamente el juego más recomendable para un estreno lúdico.  Para jugadores ya más talluditos, Babel es un magnífico juego que sólo te debería echar para atrás si eres de esos jugadores sumamente pacíficos que no quieren hacer daño al contrario, sino ser mejor que él.  Aquí, más que nunca, la mejor defensa puede ser un buen ataque.  Bravo Uwe, claramente hubo vida antes de la granja.

(1) Zas, en toda la boca

Babel

Creado por Uwe Rosenberg y Hagen Dorgathen
Ilustrado por Claus Schobig
Editado por Kosmos, 2000

Una reseña de Francisco Javier Santos

2 comentarios en «Babel, hostias finas a orillas del Tigris»
  1. El juego se puede conseguir de saldo facilmente en alemania, por eso me ha llamado la atencion. Pero las fotos dan la impresion de ser un Lost Cities.

    QUIERO MI ELEFANTE!!!!!!!!!!!!!!

    1. Uf, pues está a años luz de un Lost Cities. MUCHÍSIMO MÁS COMPLEJO. Cosa que por otra parte no es difícil, dada la complejidad de Lost Cities, pero es que Babel es un juego complejo de veras. Con el precio que tiene actualmente, una joya, en mi opinión.

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