Glass Road (titulado Die Glasstraße en su edición en alemán) suponía el regreso de la editorial alemana Feuerland a la feria de Essen tras el increíble e inesperado éxito cosechado el pasado año por Terra Mystica, su debut editorial, que se agotó en los primeros días de la feria. Con la presión de dar continuidad a la calidad de sus títulos la editorial había contado con el reconocido diseñador Uwe Rosenberg, conocido por títulos mundialmente conocidos como Agricola y Le Havre, que también presentaba en la feria su juego Caverna de la mano de Lookout Games.
Al comienzo de la partida los jugadores reciben un mazo idéntico de 15 cartas de personaje, y un tablero personal que representa el terreno que han de explotar. Asimismo, reciben un tablero con dos rondeles en el que se lleva la cuenta de los materiales de los que disponen a lo largo de la partida. En el centro de la mesa de dispone un tablero con cinco edificios de tres tipos diferentes. Unos otorgan beneficios a lo largo de toda la partida, pudiéndose usar en cualquier momento de la partida, incluso en el turno de otro jugador. Otros edificios otorgan una ventaja una sola vez durante la partida y por último, tenemos los edificios que otorgan puntos al final de la partida.
Al comienzo del turno, los jugadores han de elegir 5 de los 15 personajes disponibles, cada uno de ellos con dos acciones diferentes, para formar una mano de cartas. Cuando todos los jugadores han elegido los cinco personajes comienza la ronda (una partida está compuesta por cuatro rondas) eligiendo cada jugador uno de dichos personajes boca abajo en su zona de juego. En orden de turno, los jugadores muestran la carta elegida llevando a cabo las dos acciones de la misma. Si otro de los jugadores tenía dicha carta en la mano podrá también hacer uso de ella, pero en este caso ambos jugadores solo podrán realizar una de las dos acciones de la carta. Los jugadores pueden jugar cartas en el turno del otro jugador hasta dos veces durante la ronda. Una vez que los jugadores han elegido sus tres cartas y realizado las acciones del modo indicado, la ronda termina. Las cartas de personaje las podemos dividir en tres grandes categorías, teniendo algunas de ellas un coste:
- Recursos. Otorgan recursos que han de ser sumados en el rondel.
- Terreno. Permiten añadir o retirar piezas de terreno del tablero personal (bosques, arboledas, pantanos y canteras)
- Construcción. Permiten añadir edificios al tablero personal.
La cantidad de edificios disponibles y las posibles combinaciones de cartas hacen que las partidas sean completamente diferentes entre sí y pese a su corta duración. El juego penaliza los posibles fallos durante la partida, aunque sea algo que ocurre con cierta asiduidad, debido a la gran cantidad de combinaciones posibles entre recursos, edificios, terrenos y personajes. Asimismo, mantener una gestión correcta de las mercancías es fundamental para avanzar en el juego ya que las características del rondel no permiten abandonar un tipo de mercancías en favor de otras.
En definitiva estamos ante un juego que, aunque guarde ciertas similitudes con algunos de otros juegos del autor (el rondel tiene ciertas similitudes con el de Ora et Labora) incluye algunas mecánicas realmente originales. El sistema de las cartas funciona como un reloj, sobre todo cuando los jugadores conocen los efectos de los distintos personajes ya que apenas necesitarán tiempo para elegirlas al comienzo de la ronda, que podría ser el único punto negativo del juego. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Feuerland ha vuelto a dar en el clavo.
Directo a nuestro radar! Tiene muy buena pinta!