El juego mejoraba gracias a las aportaciones de las personas que lo iban probando, y gracias a los cambios realizados era más jugable que al comenzar la aventura, pero aún le faltaba alguna cosa.

Me gusta hacer las cosas lo mejor posible y aunque en aquella época aun no pensaba que un diseño mío pudiera ser publicado, quería presentar un juego casi acabado y como si fuera a venderse, como un producto bien acabado en el que te fijarías si lo vieras en una tienda. Fue entonces cuando propuse a Chechu Nieto, que comenzaba su andadura en los juegos de mesa tras la gran labor de rediseño que hizo del Ganimedes de PerePau Llistosella para la revista LUDO Magazine, que participara en el proyecto haciendo un tablero en condiciones. Lo que hizo fue impagable, y le dio al juego una nueva dimensión, especialmente visual, que hizo que siguieran cambiando cosas y que mucha más gente se fijara en él.

Chechu, perfeccionista como él solo, siguió investigando sobre la historia de Bélgica, aportando nuevos detalles sobre el país y su industria, lo que hizo que las casas se convirtieran en industrias y dieran nuevo sentido a los materiales que se usan en el juego. Alguna acción con poco sentido desapareció y alguna otra se añadió aprovechando los elementos de diseño que había ilustrado en el mapa, como el cuadro del rey Leopoldo I situado encima del Congreso.

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A partir de ahora faltaba que lo probara más gente ajena a mi grupo para acabar de ajustar los posibles fallos que quedaran y ver si realmente era un juego que merecía la pena, y los usuarios de la BSK (comunidad de juegos de mesa en España) se encargaron de hacer de jueces. Abrí un hilo en el foro pidiendo usuarios que quisieran probar el juego a los que enviaría los archivos necesarios para fabricarlo, ya que no tiene muchos materiales para imprimir.

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Gracias a ellos el juego fue evolucionando en pequeños detalles que hacían que la experiencia fuera cada vez mejor y que las fuerzas entre los jugadores fueran más igualadas y ninguno tuviera más ventaja para ganar que otro. Muchos comentarios decían que se parece a El Grande pero sin nada de azar, o a El Fin del Triunvirato por su mecánica de luchas. No está inspirado en ellos pero es lógico que se parezcan teniendo mecánicas de mayorías similares.

El juego, en ese punto, para mí estaba acabado. Estaba orgulloso de haber hecho algo que creía decente y era el momento de darlo a conocer. Para ello nada mejor que subirlo a la base de datos de la comunidad internacional de juegos de mesa más conocida, la BGG. Una vez allí, especialmente los usuarios belgas, hicieron comentarios sobre el mapa y su historia que nos llevaron a modificar de nuevo el mapa y el título del juego para adaptarlo a los nombres y las situaciones de la época. De esta forma, la mecánica y el tema se fueron fundiendo para hacer un juego más completo, aunque no por ello deja de ser un juego bastante abstracto. El juego se había convertido en Belgium 1831 y estaba listo para ser jugado.

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Durante el juego, los jugadores representarán a la creciente burguesía, industrializando las provincias belgas, comprando materiales para construir fábricas y así obtener el mayor poder económico, votando en el Congreso Nacional buscando incrementar su influencia política, expandiendo su masa social y enviando a la máxima autoridad, el Rey Leopoldo I de Bélgica, a revisar las provincias bajo su dominio en pos de sus propios intereses.

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